(Advertencia, les hablo con el estomago más que con la cabeza y con más ganas de desahogarme que de cumplir con los preceptos del periodismo…están avisados).
He leido por ahí articulos que hablan de la pobreza de Haití, de que era un país fallido, sin esperanza, que no tenía nada. No comparto esa opinión. Quizá sea porque no es el país que yo he conocido.
La primera vez que estuve en Haiti fue en 1996, cuando Preval desembarcaba en la presidencia. Y,desde mi punto de vista, era un país desolador. Regresé ese mismo año y siguió sin inspirarme confianza. En esa época no hablaba inglés. Mi francés era un desastre y a los haitianos los veía como personas que hablaban a gritos en un idioma que no entendía. Con el tiempo aprendí que mi impresión fue tan lamentable por mi culpa. Fui incapaz de hablar con los haitianos.
Regresé en 2007 y hasta el 2009 he tenido la suerte de regresar tres veces más. Nunca olvidaré lo que me dijo Yolette Etienne, una compañera de Oxfam que me abrió los ojos (hablo de memoria). “David, no necesitamos que vengan a decirnos lo mal que estamos. Necesitamos personas que vengan a mostrar y a mostrarnos las cosas buenas que tenemos aquí. No somos pobres por gusto. Trabajamos para mejorar poco a poco, pero necesitamos tiempo para que seamos capaces de que nosotros podamos salir adelante”.
Eso me obligó a ver más allá de las barriadas de Puerto Príncipe y de la deforestación del país. Y lo que he encontrado cada vez que he ido ha sido un país con ganas de mejorar. Un lugar en el que las personas encuentran la forma de salir adelante. Por eso descubrí comunidades con grandes plantaciones de arroz (una industria desbaratada hace unos años por las exportaciones baratas y subsidiadas de EEUU) que sale adelante sin la ayuda que agricultores de países del primer mundo reciben (http://www.intermonoxfam.org/es/page.asp?id=3531). Conocí plantaciones de café que nada envidian al café de Colombia que tanto me gusta. Compartí con las personas de Veterimed (http://www.youtube.com/watch?v=B4RBrKDI7tU&feature=related,http://www.oxfam.org.uk/oxfam_in_action/impact/haiti-milk-slideshow.html), una ONG que ha logrado unir a pequeños ganaderos para hacer la competencia a grandes empresas de leche y yogurt hasta convertirse en motivo de orgullo nacional. Descubrí personas que con préstamos de 100 dólares eran capaces de arrancar tras el paso de un huracán. Lei noticias que seguro que no conocen: ?Saben qué los cruceros por el Caribe ya estaban llegando a Haití? ?O qué algunas cadenas hoteleras ya estaban avanzando planes de inversión y desarrollo urbanístico en la costa haitiana?
Y sobre todo conocí gente fascinante (como Amedee,http://www.oxfam.org/es/pressroom/pressrelease/2010-01-14/oxfam-staff-member-killed-haiti-quake) que trabajan en Haití porque aman su país pero que pueden trabajar en cualquier parte del mundo por preparación, experiencia y ganas de comerse el mundo.
También conocí un país atravesado por la violencia de jóvenes que buscan soluciones a sus males en el tráfico de drogas y armas. Y a las organizaciones que trabajan para cambiar la mentalidad de esas personas y de la comunidad en la que viven. Un país vulnerable a huracanes y terremotos por falta de planificación e infraestructuras. Y más aún en esta época de cambios climáticos de los que el país más pobre de Ámérica no ha contribuido pero está sufriendo. Un país deforestado, que le pregunten primero a Francia. Un país que necesitaba reforzar su institucionalidad, pero que había hecho grandes avances en la última década gracias a la dedicación de personas preparadas y comprometidas.
Sí, es cierto, es el país más pobre de América. Y ahora más. Pero eso no les impide tratar de trabajar todos los días para cambiar su situación. Aprendí de ellos a ver de otra manera los problemas y las crisis de los que tanto nos quejamos en estas santas crisis economicas.
Están jodidos y ahora necesitan mucha ayuda (por favor donen plata a organizaciones serias) pero también hay que ver las cosas buenas (aunque no compren lectores) para descubrir un país que cuanto más lo conoces, más te gusta.
Para mí, la imagen de Haití, es la cara de un niño sonriendo.
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