1 LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA
La fuente de toda creación es la conciencia pura... la potencialidad pura que busca expresarse para pasar de lo inmanifiesto a lo manifiesto.
Y cuando nos damos cuenta de que nuestro verdadero yo es la potencialidad pura, nos alineamos con el poder que lo expresa todo en el universo.
Pondré a funcionar la ley de la. potencialidad pura comprometiéndome a hacer lo siguien-te:
1) Me pondré en contacto con el campo de la potencialidad pura destinando tiempo todos los días a estar en silencio, limitándome sólo a ser. También me sentaré solo a meditar en silencio por lo menos dos veces al día, aproxi-madamente durante treinta minutos por la mañana y treinta por la noche.
2) Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser testigo si-lencioso de la inteligencia que reside en cada cosa viviente. Me sentaré en silencio a ob-servar una puesta del sol, o a escuchar el rui-do del océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor. En el éxtasis de mi propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el palpitar milenario de la vida, el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.
3) Practicaré el hábito de no juzgar. Comenza-ré cada día diciéndome: "Hoy no juzgaré nada de lo que suceda", y durante todo el día me repetiré que no debo juzgar.
2 LA LEY DEL DAR
El universo opera por medio de un intercambio dinámico... Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida.
Pondré a funcionar la ley del dar comprome-tiéndome a hacer lo siguiente:
1) Llevaré un regalo a cualquier lugar a donde vaya y para cualquier persona con quien me encuentre. Ese regalo puede ser un elogio, una flor o una oración. Hoy les daré algo a todas las personas con quienes me encuen-tre, para iniciar así el proceso de poner en circulación la alegría, la riqueza y la prospe-ridad en mi vida y en la de los demás.
2) Hoy recibiré con gratitud todos los regalos que la vida me dé. Recibiré los obsequios de la naturaleza: la luz del sol y el canto de los pájaros, o los aguaceros de primavera o las
primeras nevadas del invierno. También es-taré abierto a recibir de los demás, sea un re-galo material, dinero, un elogio o una ora-ción.
3) Me comprometeré a mantener en circulación la abundancia dando y recibiendo los dones más preciados de la vida: cariño, afecto, apre-cio y amor. Cada vez que me encuentre con alguien, le desearé en silencio felicidad, ale-gría y bienestar.
3 LA LEY DEL "KARMA" O DE CAUSA Y EFECTO
Cada acción genera una fuerza de energía que regresa a nosotros de igual manera...
Cosechamos lo que sembramos.
Y cuando optamos por acciones que les producen alegría y éxito a los demás, el fruto de nuestro karma es también alegría y éxito.
Cosechamos lo que sembramos.
Y cuando optamos por acciones que les producen alegría y éxito a los demás, el fruto de nuestro karma es también alegría y éxito.
Pondré a funcionar la ley del karma compro-metiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy observaré las decisiones que tome en cada momento. Y con el simple hecho de observar esas decisiones, las traeré a mi conciencia. Sabré que la mejor manera de prepararme para cualquier momento en el futuro es estar totalmente consciente en el presente.
2) Siempre que haga una elección me formula-ré dos preguntas: "¿Cuáles son las consecuen-cias de esta decisión?" y "¿Traerá esta deci-sión felicidad y realización tanto para mí como para aquellos a quienes afectará?"
3) Después le pediré orientación a mi corazón, y me dejaré guiar por su mensaje de bienes-tar o de malestar. Si me siento a gusto con la decisión, seguiré adelante sin temor. Si la decisión me produce malestar, me detendré a mirar las consecuencias de mi acción con mi visión interior. Esta orientación me per-mitirá tomar espontáneamente decisiones correctas tanto para mí como para todos los que me rodean.
4 LA LEY DEL MENOR ESFUERZO
La inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad... con despreocupación, con armonía y con amor.
Y cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la alegría y el amor, creamos éxito y buena fortuna con gran facilidad.
Pondré a funcionar la ley del menor esfuerzo comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Practicaré la aceptación. Hoy aceptaré a las personas, las situaciones, las circunstancias y los sucesos tal como se presenten. Sabré que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser. No lucha-ré contra todo el universo poniéndome en contra del momento presente. Mi aceptación es total y completa. Acepto las cosas como son en este momento, no como me gustaría que fueran.
2) Habiendo aceptado las cosas como son, acep-taré la responsabilidad de mi situación y de todos los sucesos que percibo como proble-mas. Sé que asumir la responsabilidad signi-fica no culpar a nada ni a nadie de mi situa-ción (y eso me incluye a mí). También sé que todo problema es una oportunidad dis-frazada, y que esta actitud de alerta ante to-das las oportunidades me permite transfor-mar este momento en un beneficio mayor.
3) Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de vista. No sentiré la ne-cesidad de convencer o persuadir a los de-más de que acepten mi punto de vista. Per-maneceré abierto a todas las opiniones sin aferrarme rígidamente a ninguna de ellas.
3) Hoy mi conciencia mantendrá una actitud no defensiva. Renunciaré a la necesidad de defender mi punto de vista. No sentiré la ne-cesidad de convencer o persuadir a los de-más de que acepten mi punto de vista. Per-maneceré abierto a todas las opiniones sin aferrarme rígidamente a ninguna de ellas.
5 LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO
Inmanente en toda intención y en todo deseo está el mecanismo para su realización... la intención y el deseo en el campo de la potencialidad pura tienen un infinito poder organizador.
Y cuando introducimos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, ponemos a trabajar para nosotros ese infinito poder organizador.
Pondré a funcionar la ley de la intención y el deseo comprometiéndome a hacer lo siguien-te:
1) Haré una lista de todos mis deseos, y la lle-varé a donde quiera que vaya. Miraré la lista antes de entrar en mi silencio y mi medita-ción. La miraré antes de dormir por la no-che. La miraré al despertar por la mañana.
2) Liberaré esta lista de mis deseos y la entrega-ré al seno de la creación, confiando en que cuando parezca que las cosas no están salien-do bien, hay una razón, y en que el plan cós-mico tiene para mí unos designios mucho más importantes que los que yo he concebido.
3) Recordaré practicar la conciencia del mo-mento presente en todos mis actos. No per-mitiré que los obstáculos consuman o disi-pen la concentración de mi atención en el momento presente. Aceptaré el presente tal como es, y proyectaré el futuro a través de mis intenciones y mis deseos más profundos y queridos.
6 LA LEY DEL DESAPEGO
La sabiduría de la incertidumbre reside en el desapego... en la sabiduría de la incertidumbre reside la liberación del pasado, de lo conocido, que es la prisión del condicionamiento anterior.
Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, el campo de todas las posibilidades, nos entregamos a la mente creativa, que orquesta la danza del universo.
Pondré a funcionar la ley del desapego com-prometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy me comprometeré con el desapego. Me permitiré y les permitiré a los que me rodean la libertad de ser como somos. No impondré tercamente mi opinión de como deben ser las cosas. No forzaré las soluciones de los pro-blemas, y, por tanto, no crearé con eso otros nuevos. Participaré en todo con absoluto desprendimiento.
2) Hoy convertiré a la incertidumbre en un ele-mento esencial de mi experiencia. Y gracias a esa disponibilidad para aceptar la incerti-dumbre, las soluciones surgirán espontánea-
mente de los problemas, de la confusión, del desorden y del caos. Cuanto más inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré porque la incertidumbre es el camino hacia la libertad. Por medio de la sabiduría de la incertidumbre, encontraré mi seguridad.
mente de los problemas, de la confusión, del desorden y del caos. Cuanto más inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré porque la incertidumbre es el camino hacia la libertad. Por medio de la sabiduría de la incertidumbre, encontraré mi seguridad.
3) Penetraré en el campo de todas las posibili-dades y esperaré la emoción que tiene lugar cuando me mantengo abierto a una infini-dad de alternativas. Cuando entre en el cam-po de todas las posibilidades, experimentaré todo el regocijo, la aventura, la magia y el misterio de la vida.
LA LEY DEL "DHARMA" O PROPÓSITO EN LA VIDA
Todo el mundo tiene un propósito en la vida... un don único o talento especial para ofrecer a los demás. Y cuando combinamos ese talento único con el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu, que es la meta última de todas las metas.
Pondré a funcionar la ley del dharma compro-metiéndome a hacer lo siguiente:
1) Hoy cultivaré con amor al dios en embrión que reside en el fondo de mi alma. Prestaré atención al espíritu interior que anima tanto a mi cuerpo como a mi mente. Despertaré a esa quietud profunda del interior de mi cora-zón. Mantendré la conciencia del ser atemporal y eterno, en medio de la experien-cia limitada por el tiempo.
2) Haré una lista de mis talentos únicos. Des-pués haré una lista de las cosas que me en-canta hacer cuando estoy expresando mis talentos únicos. Cuando expreso mis talentos únicos y los utilizo en servicio de la hu-manidad, pierdo la noción del tiempo y pro-duzco abundancia tanto en mi vida como en la vida de los demás.
3) Todos los días me preguntaré: "¿Cómo pue-do servir?" y "¿Cómo puedo ayudar?" Las res-puestas a estas preguntas me permitirán ayu-dar y servir con amor a los demás seres humanos.
7 RESUMEN Y CONCLUSIÓN
La mente universal es la coreógrafa de todo lo que sucede en miles de millones de galaxias y hace su trabajo con una precisión exquisita y con una inteligencia inquebrantable. Su inteli-gencia es máxima y suprema e impregna cada fi-bra de la existencia: desde la más pequeña hasta la más grande, desde el átomo hasta el cosmos. Todo lo que vive es expresión de esta inteligen-cia. Y esta inteligencia actúa a través de las siete leyes espirituales.
Si miramos cualquiera de las células del cuerpo humano, a través de su funcionamiento vere-mos la expresión de estas leyes. Cada célula, sea del estómago, del corazón o del cerebro, se origi-na en la ley de la potencialidad pura. El ADN es el ejemplo perfecto de la potencialidad pura; en rea-lidad, es la expresión material de ella. El mismo ADN que hay en todas las células del cuerpo, se expresa de diferentes maneras para cumplir los requisitos particulares de cada una.
Cada célula opera además a través de la ley del dar. Una célula vive y permanece sana cuando está en estado de equilibrio. Este estado es de rea-lización y armonía, pero se mantiene a través de un constante dar y recibir. Cada célula da y apo-ya a las demás, y a cambio recibe alimento de ellas. La célula permanece en estado de flujo dinámi-co, el cual jamás se interrumpe. En realidad, el flujo es la esencia misma de la vida de la célula. Y solamente manteniendo este flujo de dar puede la célula recibir y, por tanto, continuar con su exis-tencia vibrante.
Las células ejecutan con suma perfección la ley del karma, porque incorporada en su inteligen-cia está la respuesta más apropiada, precisa y opor-tuna para cada situación que se presenta.
Las células también ejecutan con suma per-fección la ley del menor esfuerzo: cumplen su tra-bajo con tranquila eficiencia, en un estado de so-segada vigilancia.
Por medio de la ley de la intención y el deseo, cada intención de cada célula utiliza el infinito poder organizador de la inteligencia de la natura-leza. Hasta una intención simple como la de metabolizar una molécula de azúcar desencadena inmediatamente una sinfonía de sucesos en el cuerpo para secretar las cantidades exactas de hor-monas en el momento preciso, a fin de convertir la molécula de azúcar en pura energía creativa.
Desde luego, cada célula expresa la ley del de-sapego. No se aferra al resultado de sus intencio-nes. No duda ni tropieza porque su comportamien-to es función de una conciencia centrada en la vida y en el momento presente.
Cada célula también expresa la ley del dharma.
Debe descubrir su propia fuente, el yo superior; debe servir a sus congéneres y expresar su talento único. Las células del corazón, del estómago, del sistema inmune, todas se originan en el yo supe-rior, el campo de la potencialidad pura. Y como están directamente enlazadas con ese computa-dor cósmico, pueden expresar sus talentos únicos con toda facilidad y conciencia atemporal. Sólo expresando sus talentos únicos pueden mantener tanto su propia integridad como la de todo el cuer-po. El diálogo interno de cada una de las células del cuerpo humano es: "¿Cómo puedo ayudar?" Las células del corazón desean ayudar a las célu-las del sistema inmune, y éstas desean ayudar a las del estómago y a las de los pulmones, y las células del cerebro se dedican a escuchar y ayu-dar a todas las demás. Cada una de las células del cuerpo humano tiene solamente una función: ayudar a todas las demás.
Observando el comportamiento de las células de nuestro cuerpo, podemos ver la expresión más extraordinaria y eficiente de las siete leyes espiri-tuales. Ésa es la genialidad de la inteligencia de la naturaleza. Son los pensamientos de Dios; lo de-más son sólo detalles.
Si miramos cualquiera de las células del cuerpo humano, a través de su funcionamiento vere-mos la expresión de estas leyes. Cada célula, sea del estómago, del corazón o del cerebro, se origi-na en la ley de la potencialidad pura. El ADN es el ejemplo perfecto de la potencialidad pura; en rea-lidad, es la expresión material de ella. El mismo ADN que hay en todas las células del cuerpo, se expresa de diferentes maneras para cumplir los requisitos particulares de cada una.
Cada célula opera además a través de la ley del dar. Una célula vive y permanece sana cuando está en estado de equilibrio. Este estado es de rea-lización y armonía, pero se mantiene a través de un constante dar y recibir. Cada célula da y apo-ya a las demás, y a cambio recibe alimento de ellas. La célula permanece en estado de flujo dinámi-co, el cual jamás se interrumpe. En realidad, el flujo es la esencia misma de la vida de la célula. Y solamente manteniendo este flujo de dar puede la célula recibir y, por tanto, continuar con su exis-tencia vibrante.
Las células ejecutan con suma perfección la ley del karma, porque incorporada en su inteligen-cia está la respuesta más apropiada, precisa y opor-tuna para cada situación que se presenta.
Las células también ejecutan con suma per-fección la ley del menor esfuerzo: cumplen su tra-bajo con tranquila eficiencia, en un estado de so-segada vigilancia.
Por medio de la ley de la intención y el deseo, cada intención de cada célula utiliza el infinito poder organizador de la inteligencia de la natura-leza. Hasta una intención simple como la de metabolizar una molécula de azúcar desencadena inmediatamente una sinfonía de sucesos en el cuerpo para secretar las cantidades exactas de hor-monas en el momento preciso, a fin de convertir la molécula de azúcar en pura energía creativa.
Desde luego, cada célula expresa la ley del de-sapego. No se aferra al resultado de sus intencio-nes. No duda ni tropieza porque su comportamien-to es función de una conciencia centrada en la vida y en el momento presente.
Cada célula también expresa la ley del dharma.
Debe descubrir su propia fuente, el yo superior; debe servir a sus congéneres y expresar su talento único. Las células del corazón, del estómago, del sistema inmune, todas se originan en el yo supe-rior, el campo de la potencialidad pura. Y como están directamente enlazadas con ese computa-dor cósmico, pueden expresar sus talentos únicos con toda facilidad y conciencia atemporal. Sólo expresando sus talentos únicos pueden mantener tanto su propia integridad como la de todo el cuer-po. El diálogo interno de cada una de las células del cuerpo humano es: "¿Cómo puedo ayudar?" Las células del corazón desean ayudar a las célu-las del sistema inmune, y éstas desean ayudar a las del estómago y a las de los pulmones, y las células del cerebro se dedican a escuchar y ayu-dar a todas las demás. Cada una de las células del cuerpo humano tiene solamente una función: ayudar a todas las demás.
Observando el comportamiento de las células de nuestro cuerpo, podemos ver la expresión más extraordinaria y eficiente de las siete leyes espiri-tuales. Ésa es la genialidad de la inteligencia de la naturaleza. Son los pensamientos de Dios; lo de-más son sólo detalles.
Las siete leyes espirituales del éxito son princi-pios poderosos que nos ayudarán a alcanzar el do-minio de nosotros mismos. Si prestamos atención a estas leyes y ponemos en práctica los ejercicios propuestos en este libro, veremos que podremos hacer realidad cualquier cosa que deseemos - toda la abundancia, todo el dinero y todo el éxito que deseemos. También veremos que nuestra vida se volverá más alegre y próspera en todo sentido, porque estas leyes también son las leyes espiritua-les de la vida, aquéllas que hacen que vivir valga la pena.
Existe una secuencia natural para aplicar es-tas leyes en la vida diaria, la cual puede ayudar-nos a recordarlas. La ley de la potencialidad pura se experimenta por medio del silencio, de la medi-tación, del hábito de no juzgar, de la comunión con la naturaleza, pero es activada por la ley del dar. El principio consiste en aprender a dar lo que se busca. Así es como uno activa la ley de la poten-cialidad pura. Si buscamos abundancia, demos abundancia; si buscamos dinero, demos dinero; si buscamos amor, aprecio y afecto, aprendamos a dar amor, aprecio y afecto.
Por medio de nuestros actos en la ley del dar, activamos la ley del karma. Si creamos un buen karma, éste nos facilitará todo en la vida. Nota-remos que no necesitamos mayor esfuerzo para satisfacer nuestros deseos, lo cual nos lleva auto-máticamente a comprender la ley del menor es-fuerzo. Cuando todo ocurra con facilidad y sin esfuerzo, y todos nuestros deseos se cumplan sin cesar, espontáneamente comenzaremos a com-prender la ley de la intención y el deseo. Cuando nuestros deseos se cumplan sin esfuerzo, nos será fácil practicar la ley del desapego.
Por ultimo , cuando comencemos a compren-der todas estas leyes, comenzaremos a concentrar-nos en nuestro verdadero propósito en la vida, lo cual lleva a la ley del dharma. A través del uso de esta ley, expresando nuestros talentos únicos y sa-tisfaciendo las necesidades de los otros seres hu-manos, empezaremos a crear lo que deseemos, cuando lo deseemos. Nos volveremos despreocu-pados y alegres, y nuestra vida se convertirá en la expresión de un amor sin límites.
Existe una secuencia natural para aplicar es-tas leyes en la vida diaria, la cual puede ayudar-nos a recordarlas. La ley de la potencialidad pura se experimenta por medio del silencio, de la medi-tación, del hábito de no juzgar, de la comunión con la naturaleza, pero es activada por la ley del dar. El principio consiste en aprender a dar lo que se busca. Así es como uno activa la ley de la poten-cialidad pura. Si buscamos abundancia, demos abundancia; si buscamos dinero, demos dinero; si buscamos amor, aprecio y afecto, aprendamos a dar amor, aprecio y afecto.
Por medio de nuestros actos en la ley del dar, activamos la ley del karma. Si creamos un buen karma, éste nos facilitará todo en la vida. Nota-remos que no necesitamos mayor esfuerzo para satisfacer nuestros deseos, lo cual nos lleva auto-máticamente a comprender la ley del menor es-fuerzo. Cuando todo ocurra con facilidad y sin esfuerzo, y todos nuestros deseos se cumplan sin cesar, espontáneamente comenzaremos a com-prender la ley de la intención y el deseo. Cuando nuestros deseos se cumplan sin esfuerzo, nos será fácil practicar la ley del desapego.
Por ultimo , cuando comencemos a compren-der todas estas leyes, comenzaremos a concentrar-nos en nuestro verdadero propósito en la vida, lo cual lleva a la ley del dharma. A través del uso de esta ley, expresando nuestros talentos únicos y sa-tisfaciendo las necesidades de los otros seres hu-manos, empezaremos a crear lo que deseemos, cuando lo deseemos. Nos volveremos despreocu-pados y alegres, y nuestra vida se convertirá en la expresión de un amor sin límites.
Somos los viajeros de una travesía cósmica --polvo de estrellas danzando y girando en las corrientes y los torbellinos del infinito. La vida es eterna, pero las expresiones de la vida son efíme-ras, momentáneas, transitorias. Siddharta Gauta-ma, el Buda, fundador del budismo, dijo una vez:
Esta existencia nuestra es tan transitoria como las nubes del otoño.Observar el nacimiento y la muerte de los seres es como mirar los movimientos de una danza. Una vida es como un relámpago en el cielo, que se desliza veloz como un torrente por la pendiente de una montaña.
Nos hemos detenido momentáneamente para encontrarnos unos a otros, para conocernos, amar-nos y compartir. Este es un momento precioso, pero transitorio. Es un pequeño paréntesis en la eternidad. Si compartimos con cariño, alegría y amor, crearemos abundancia y alegría para todos. Y entonces este momento habrá valido la pena.
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